Cuarentena y Comercio Electrónico: La lógica de la abeja recolectora
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Hoy, en el silencio de las grandes ciudades -sin bocinazos, tacos, ni ajetreo-, es posible distinguir un zumbido que adquirió de pronto un protagonismo fundamental para aportar al equilibrio de la vida en cuarentena: el de los vehículos de despachos a domicilio.
El zumbido de una abeja es un ruido casi imperceptible en una ciudad en constante movimiento, pero si se guarda el silencio suficiente, así como ocurre en en el campo, es posible escuchar cuando viajan de un lado a otro para polinizar flores y colaborar para la subsistencia de sus panales. Su presencia y su importancia para el equilibrio de la naturaleza se puede observar entonces.
Hoy, en el silencio de las grandes ciudades -sin bocinazos, sin tacos, sin ajetreo-, es posible distinguir un zumbido que también adquirió de pronto un protagonismo fundamental para aportar al equilibrio de la vida en cuarentena: el de los vehículos de despachos a domicilio.
Es innegable que nuestras formas de vida han cambiado drásticamente en las últimas semanas. Hemos iniciado un proceso similar a una hibernación, aún sin fecha de término, para protegernos de una amenaza que en Chile todavía no muestra sus verdaderos colores, según afirman los expertos de la salud. En este contexto, quedarse en casa se ha convertido en la mejor forma de actuar como manada: cuidarse a uno mismo para no contagiar al resto y, a la vez, cuidar de quienes están en mayor riesgo. Y en este viaje hacia los orígenes de nuestra especie, no es extraño que la labor de los recolectores haya tomado una importancia tan grande, como la que también se observa en una colmena de abejas.
En la realidad chilena, desde que la pandemia entró en fase 4, el comercio electrónico experimentó un aumento explosivo en sus ventas, principalmente en sectores como supermercados, farmacias y todo tipo de deliveries de comida, donde se han observado incrementos por sobre el 150%. Este es el resultado de que, por un lado, la gente se ha visto imposibilitada de salir a la calle (ya sea por cuarentena voluntaria u obligatoria), pero por otro, tienen la urgencia de adquirir productos de primera necesidad que le permitan sortear de la mejor manera el período actual. La compra por canales no presenciales se ha transformado entonces en un puente entre el mundo exterior y los consumidores. Y el despacho a domicilio, en el agente recolector, tan clave en aquella lógica.
Esta nueva misión ha cambiado la concepción y la utilidad que se le solía dar a estos canales. Esto se refleja, por ejemplo, en que las preferencias de compra por plataformas online han mutado. Se ha observado un aumento en la adquisición de frutas y verduras, por ejemplo, que hasta antes de la llegada del coronavirus, no ostentaban cifras tan altas, a pesar de ser productos muy consumidos. Esto tiene que ver con la lógica de este tipo de compras, que para muchos consumidores implicaba casi inevitablemente realizarlas de forma presencial para poder elegir, algo que hoy es bastante difícil de realizar. En contraposición a esta alza, y como es lógico en el escenario actual, las ventas para el sector de hoteles, restaurantes y casinos han ido a la baja.
La lógica de la recolección para proveer permite que aquellos miembros de una manada o colmena que tienen mayores dificultades para obtener sus alimentos, puedan tener acceso también a ellos. En nuestra realidad actual, el comercio electrónico también tiene ese potencial de ser una herramienta de gran utilidad para grupos que hasta el inicio de esta pandemia no se habían relacionado mayormente con él. Es el caso de los adultos mayores, que al ser población de riesgo, pueden encontrar en este mecanismo de compra una solución para evitar exponerse a focos de contagio, como lo son aquellos lugares con alta afluencia de público, entre los que se cuentan los supermercados y otras tiendas fundamentales para el abastecimiento.
El arribo de nuevos clientes, como ellos, puede convertirse en un factor capaz de cambiar definitivamente las tendencias y formas de consumo. Dependiendo, claro, de qué tan satisfactoria sea la experiencia de estos usuarios circunstanciales. Algo, que frente al gran aumento de demanda, se convierte en un desafío inmenso. Sobre todo considerando que este rol tan protagónico ante la emergencia se presentó de golpe, no solo en Chile, sino que a nivel mundial. Frente a la responsabilidad que esto conlleva, los grandes actores del sector han puesto en marcha medidas para responder de la mejor forma. Es el caso de Amazon, que en la primera quincena de marzo anunció que contrataría a 100.000 trabajadores en Estados Unidos para hacer frente al aumento de los pedidos en línea. Asimismo, cadenas de supermercados y empresas de alimentos han implementado medidas en esa dirección.
En este punto, sin embargo, el concepto de responsabilidad conlleva un factor adicional. El rol de un proveedor y recolector no sólo es solo abastecer, sino que también procurar hacerlo de forma segura y evitar traer los males del exterior a su manada o colmena. Esto también ha sido aplicado por los servicios de última milla, que han creado diversos protocolos que incluyen el uso de mascarillas y guantes, así como políticas de contacto cero al momento de hacer entrega de una compra. Para el cumplimiento de este propósito, también se ha hecho uso de la tecnología. Por ejemplo, muchas compañías han aplicado métodos de seguimiento de las rutas de despacho para tener trazabilidad de sus conductores, en caso de que alguno de ellos sea diagnosticado positivo en algún momento.
Si bien nadie estaba preparado para encerrarse como método de protección frente a una amenaza exterior, al parecer hay nociones de la lógica de manada y sus distintos roles que como especie no habíamos perdido del todo, y que hoy vuelven con fuerza cuando es necesario velar por cada uno de sus miembros.