El impresionante crecimiento que ha tenido el ecommerce en nuestro país, con ventas estimadas para el 2019 sobre los $6.500 millones, según el gerente de estudios de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), George Lever ha venido junto con la necesidad de las empresas por acortar los tiempos de entrega y bajar los costos asociados por este concepto.
Este crecimiento proyectado de un 30% con respecto al año 2018 es visible en las calles como en ciertos sectores de Santiago, donde las motos y bicicletas -con cajas amarillas y rojas- pasan veloces despachando comida, pedidos y encargos.
Los grandes actores de este juego siguen buscando mejorar el desempeño en sus entregas,ya sea mediante el uso de medios de transporte no contaminantes o con soluciones tecnológicas, como software de gestión de flotas, entre ellos, Beetrack. En este contexto, ¿qué alternativas surgen en el mundo para mejorar la velocidad de despacho y logística?
Esto fue lo que descubrió DHL en Nueva York -específicamente en el barrio de Manhattan- donde la congestión vehicular y la dificultad de estacionarse en sus estrechas calles ralentizaba el tiempo de entrega de las solicitudes. En una zona de alta concentración de pedidos pequeños, ¿cómo entregar las cosas a tiempo? La multinacional decidió instalar un subcentro de distribución, el Express Manhattan Service Center, ubicado estratégicamente para que los encargados del despacho realicen el trayecto de ida y vuelta caminando, en un tiempo mucho menor que usando vehículos eléctricos o de diésel. Todo esto, con el fin de avanzar hacia la concreción de su plan de emisiones cero para 2050.
En Inglaterra mientras tanto, la iniciativa vino de la mano del gobierno, que recientemente lanzó un fondo para que las empresas de despachos inviertan en bicicletas eléctricas para completar la última milla. El Cargo Bike Grant Fund, iniciativa del Ministerio de Transporte y específicamente del Departamento de Transporte en Bicicleta y Caminando, está orientado a facilitar las entregas de corta distancia para disminuir la congestión, mejorar la calidad del aire e impulsar a las empresas a poner de su parte en el cuidado medioambiental.
Por su parte, Walmart en Estados Unidos vio una oportunidad en el personal de los supermercados, quienes a su vez son propietarios de vehículos. La idea era que, una vez finalizada su jornada despacharan productos en destinos cercanos a la ruta que realizan camino hacia sus hogares y así, generar un ingreso extra. La iniciativa sonaba perfecta: rebajar los costos de las entregas ocupando fuerza laboral ya contratada. Parecía fácil que los trabajadores quisieran ganar dinero por llenar la maleta del auto con paquetes y hacer 3 entregas luego de su horario laboral. Sin embargo, el sistema no consideró tres problemas clave: el tiempo que los trabajadores tardaban en recibir los paquetes a despachar no se les contabilizaba en el pago por el despacho, como tampoco el desgaste del vehículo o la pérdida del paquete por robo o choque. Finalmente, el proyecto piloto aplicado en las ciudades de Nueva Jersey y Arkansas fracasó, y según Reuters, solo se mantuvo disponible en Woodstock, Georgia, como estudio para futuras acciones.
Localmente, grandes empresas del retail como Ripley, siguen buscando fórmulas para acortar los tiempos y no perder impacientes clientes que, no quieren ir a las tiendas físicas y al mismo, exigen disponer en un corto plazo de sus productos. Ante este escenario, se esperan grandes novedades en cuanto a la mejora de procesos logísticos, entendiendo que los clientes satisfechos y un trabajo eficiente de última milla puede marcar una gran diferencia en la decisión de compra.