¿Inteligencia Artificial en boca de todos? Esta ciencia que usualmente se relaciona a la robótica y que tantas veces pasa desapercibida frente a nuestros ojos, también tiene un lado más cercano. En el e-commerce, esta ingeniería se está posicionando fuertemente como una herramienta casi indispensable para hacer más eficiente el comercio electrónico en el mundo.
Y es que a pesar de que hace algunos años la IA parecía más bien una película de ficción que parte de la vida real, actualmente su desarrollo ha obligado a las grandes industrias a reinventarse para no quedar obsoletas en un mundo que avanza a pasos agigantados si de tecnologías estamos hablando. Lo cierto, es que la Inteligencia Artificial ha llegado para revolucionar el e-commerce.
Para entender la génesis de este asunto, es vital comprender que el aporte de la IA en el comercio en línea, se centra principalmente en proporcionar una mejor experiencia para los clientes en tiempo real, de manera personalizada y con disponibilidad 24/7. A lo anterior, podemos agregar un cuarto factor: empresas y distribuidores almacenan una inmensa cantidad de información en el Big Data. Esta herramienta, si es bien utilizada, puede ser muy valiosa para el negocio.
Es precisamente en este aspecto, donde la revolución de la IA actúa como un elemento clave que facilita la gestión de esta inmensa cantidad de datos existente en la nube. Esta disciplina, permite a las empresas hacer un análisis de la información, ayudando a establecer distintos perfiles de consumidor y dando la posibilidad de diseñar mensajes y campañas segmentadas a cada público objetivo.
El Deep Learning, es una de las facetas más revolucionarias de la IA. Hablamos en buenas cuentas de aprendizaje automático, donde los algoritmos cibernéticos dan paso a una experiencia similar a la percepción humana, pero claro, con las ventajas de un desarrollo que no precisa de pausas ni descansos para aprender y procesar. En concreto, permite analizar los datos de comportamiento de los usuarios y así, recomendar productos de manera individualizada y precisa, aumentando automáticamente las posibilidades de compra y fidelización de los usuarios finales.
Cuando hablamos de IA y comercio electrónico, podemos referirnos también a la sistematización de tareas simples, la agilización de procesos y una expedita atención al cliente. Ésta última, es clave no sólo por el desarrollo de los chatbots que actúan como asistentes virtuales cada vez más eficientes gracias al Machine Learning, sino también debido a su contribución tanto en la pre como en la post venta. En la pre venta, su aporte se enfoca en la asistencia inmediata mientras que en la post venta, los reclamos disminuyen debido a que el consumidor puede conocer el status de su compra “en vivo”.
Por otra parte, si de logística se trata, podremos darnos cuenta que esta herramienta permite aumentar la satisfacción de los clientes mediante la rapidez y la calidad de la entrega de la compra. Las trasformaciones culturales de la última década, impulsadas por la revolución tecnológica, han dado vida a un nuevo tipo de cliente, crecientemente exigente, que demanda ya no sólo calidad en productos o servicios, sino que experiencias de compra integrales y memorables, a lo largo de toda la cadena de valor.
Distintas transnacionales se han hecho cargo de las necesidades de los usuarios, agregando valor a sus servicios mediante los mapeos de rutas o con la incorporación de diversos monitoreos online para sus clientes. En esa misma línea, el manejo del inventario potenciado por la Inteligencia Artificial ha beneficiado tanto al cliente como a las compañías. Tiendas que cuentan con espacios virtuales tienen un mejor control de su mercancía gracias a diversos algoritmos, realizando un análisis predictivo y detectando los patrones de consumo.
La IA llegó para quedarse y el desafío está enfocado en integrarla eficazmente para agregar valor a los diversos procesos que conforman el comercio online. Dicho esto, queda un largo camino por recorrer en la resolución de los dilemas éticos y la actualización del marco regulatorio involucrado, con el fin de cuidar la información tanto de las empresas como de los usuarios finales, para que esta tecnología no presente una amenaza para quienes busca beneficiar.