Reingeniería y logística son dos sectores que, si bien están claramente diferenciados, suelen trabajar de manera conjunta y a la par. Esto se debe a que la logística necesita repensarse de forma constante para conseguir mejores resultados en términos de productividad y eficiencia. Y es ahí, exactamente, donde la reingeniería tiene mucho que decir.
Se entiende por reingeniería la reformulación completa y radical de cualquier proceso. La reingeniería es diferente a una simple optimización de procesos. Hablar de reingeniería implica pensar desde cero cualquier proceso y, en consecuencia, descartar el bagaje anterior con el que se cuenta.
En este sentido, la relación entre reingeniería y logística es extremadamente íntima debido a la necesidad de eficiencia intrínseca al propio sector logístico. La logística, para ser productiva y rentable, necesita optimizar al máximo todos los procesos. Por ello, aunque se pueden reformular los procesos logísticos para hacerlos más eficientes en comparación con el modelo anterior, en muchas ocasiones es necesaria una reformulación completa.
Es decir, aplicar la reingeniería para crear una nueva forma de realizar el proceso logístico sin que este sea una nueva versión del anterior, sino un proceso completamente nuevo y que, ahora sí, en comparación, resulte considerablemente más eficiente.
Existen diversos tipos de reingeniería, y lo más habitual es que estos tipos se cataloguen en función de su motivación. Es decir, en función del objetivo que se quiere conseguir con el proceso de reingeniería.
Estos tipos más comunes son los siguientes:
Uno de los objetivos que pueden definir un tipo de reingeniería es mejorar los costes. O, dicho de otra forma, reducirlos sin que ello afecte a la calidad del proceso. De esta manera, este tipo de reingeniería buscará obtener el mismo resultado en comparación con el proceso anterior pero que, para dicha obtención, no sea necesario consumir la misma cantidad de recursos iniciales, sino una cantidad considerablemente inferior. Esto se logrará si, después de la reformulación, la relación entre logística y costes es menor.
El segundo tipo de reingeniería que se puede aplicar al sector de la logística tiene como objetivo lograr la paridad. Dicho de otra forma, ser el mejor de su clase. Este tipo de reingeniería se centra en igualar la competitividad del proceso al de sus competidores y, en este caso concreto, cobra especial importancia el concepto de benchmarking, o comparar aquellos procesos que funcionan correctamente y de forma más eficiente con los propios. Esto lleva a la identificación de elementos clave, que son los que permitirán imitar los procesos más eficientes y aplicarlos a la propia empresa.
Finalmente, el otro tipo de reingeniería más habitual es aquel que tiene por objetivo realizar un punto de innovación radical. O, lo que es lo mismo, llevar a cabo un cambio en el proceso partiendo de una definición de óptimo distinta. En este caso, aunque el proceso en sí es importante, lo es más la definición del objetivo. Es decir, se desarrolla el proceso a partir de un enfoque diferente, un cambio radical en la concepción del objetivo que, en consecuencia, implica necesariamente un cambio de modelo y de punto de partida a la hora de diseñar un nuevo proceso desde cero. En este sentido, la innovación tecnológica juega un papel clave.
Como se puede ver, la relación entre reingeniería y logística es muy íntima debido, precisamente, a la propia naturaleza del sector logístico. La logística parte de una definición en donde la optimización de procesos es clave y, este proceso de optimización radical, lo lleva a cabo la reingeniería. Además, también es indispensable comprender los objetivos que se quieren lograr con la nueva reformulación a partir de los procesos de reingeniería, puesto que serán los que definan el tipo de reingeniería más conveniente de aplicar en cada caso.