Por Sebastián Ojeda Yany, CEO de Beetrack
Un año puesto en pausa por vicisitudes como la pandemia del Covid-19 y los cambios en la naturaleza del trabajo, dejan al pendiente una conversación en torno a cómo visualizan los jóvenes sus expectativas laborales, en un momento en que el desempleo juvenil en Colombia llega a 23,10%.
Al conmemorarse este 12 de agosto el Día Mundial de la Juventud, reflexionamos sobre cómo los jóvenes, el presente y futuro de la fuerza laboral, se enfrentan a la vorágine de la vida profesional sin muchas oportunidades pero con grandes aspiraciones que van mucho más allá de lo económico.
En medio del boom de las empresas tecnológicas y en pleno 2021,el gran desafío al querer desarrollar una marca empleadora sólida, es contar con una cultura de trabajo más humana e inspiradora, que contribuya a la construcción de una fuerza laboral diversa, representativa y capacitada y que promueva el equilibrio trabajo/familia.
En promedio, un ser humano dedica cerca de una décima parte de su vida al trabajo por lo que disfrutar día a día del rol asignado se traduce no solo en una eventual mejora de la reputación corporativa, si no en motivación a corto plazo que impulsará los resultados de la empresa.
En Colombia, las áreas de recursos humanos aún tienen mucho trabajo por hacer. Más que obtener resultados de negocio positivos o implementar modelos de trabajo híbridos o remotos, deben adaptar y darle cumplimiento a los valores corporativos para que sus empleados se identifiquen con ellos y se sientan orgullosos. Son los equipos quienes, a través del voz a voz o incluso el uso de sus canales de comunicación personales, logran posicionar a una empresa en la cúspide de los mejores lugares para trabajar.
Generaciones de millennials y centennials que crecieron inmersos en la tecnología digital, y que conocen sus riesgos y posibilidades laborales, ya no le tienen miedo a expresar abiertamente sus opiniones. La juventud pide a gritos ambientes laborales sanos y calidad de vida.