En 2017, los alimentos representaron solamente el 4% de las ventas electrónicas B2C registradas en Chile mientras que los bienes durables generaron, a cambio, el 27% de las transacciones realizadas.
¿Por qué nos atrevemos a adquirir un computador por internet, pero para comprar una caja de leche damos cien vueltas por el supermercado? Si lo pensamos bien, ¿no debería ser al revés? Es decir, preferimos comprar un producto costoso sin poder revisarlo en vez de ahorrarnos la pérdida de tiempo en el supermercado para comprar productos que ya hemos probado miles de veces... suena paradojal, sin embargo, es así. En 2017, los alimentos representaron solamente el 4% de las ventas electrónicas B2C registradas en Chile mientras que los bienes durables generaron, a cambio, el 27% de las transacciones realizadas. Si en tres años las ventas nacionales de comercio electrónico se han duplicado en nuestro país… ¿cómo explicar que las filas de supermercado sean más largas que nunca?
Por supuesto, hay un aspecto cultural que se relaciona con la existencia de productos en formato no estandarizado: por ejemplo, frutas, verduras y carnes, que el cliente prefiere elegir para asegurarse de su calidad. Pero ¿qué pasa con los productos envasados que conforman la mayor parte de los bienes de consumo masivo?
Veamos. Una de las principales razones que motiva a los consumidores a comprar por internet, es la posibilidad de comparar precios y acceder a descuentos. Si quiero comprar un laptop o un Smart tv, puedo cotizar de forma rápida en varios sitios a la vez y tomar una decisión. Sin embargo, por sus características, los productos de supermercado – envasados y de consumo masivo – son adquiridos bajo una lógica distinta, como parte de una compra mayor que implica una “lista” mucho más larga. No resulta viable cotizar los precios de un paquete de arroz en todos los supermercados de la zona y luego repetir el proceso con distintos tipos de conservas. El usuario por razones prácticas adquirirá los productos de su lista con un solo proveedor, lo que implica que su ahorro quizás sea acotado, ya que posiblemente adquirió productos y marcas no tan convenientes.
Una respuesta a este dilema, puede encontrarse en la posibilidad de comparar precios en una misma plataforma. Tal es el caso de Cornershop, que entrega una compra personalizada a domicilio y elSuper.cl, que ofrece a precios rebajados productos por vencer, una manera de optimizar la gestión del stock y luchar contra el despilfarro alimentario.
Otro aspecto que probablemente ha frenado el mayor desarrollo de este nicho es práctico. Para los supermercados la venta online es un segmento en crecimiento, pero aún en una etapa germinal, ya que presenta exigencias mayores. La canasta de compras se compone normalmente de productos caracterizados por una alta penetración y rotación, artículos de primera necesidad y de poca durabilidad. Por tanto, precisan una logística de despacho mucho más rápida y flexible. Esto implica que un eventual crecimiento, más en sintonía a las cifras del e-commerce local, podría tener un impacto mayor sobre la cadena de distribución y su capacidad para absorberla. El éxito dependerá en buena medida de que los supermercados online sean capaces de cumplir con un plazo de entrega que se acerque a la inmediatez. Ya no se habla de días, sino de minutos.
En este aspecto resulta clave poder anticipar una tendencia que en Asia ya llega al 6.5% de las ventas online versus un escaso 0.2% en América Latina. Promover la adopción de nuevas tecnologías para acelerar el proceso de logística del e-commerce: drones, internet de las cosas, software de planificación y supervisión de ruta, resultan aspectos ineludibles para poder ampliar la oferta de bienes de consumo en el canal online.
De esta manera, a futuro es probable que se multipliquen modelos a medio camino entre el e-commerce y el comercio tradicional. Comprar en el supermercado, pero recibir la compra a domicilio es una opción que empezó a tener éxito en Europa a medida que ha disminuido el uso del automóvil. Otra opción es el “drive”, que permite realizar el pedido online para luego retirarlo en horario a convenir. Ambos modelos muestran como los canales online y offline tienden a ser complementarios para ofrecer una experiencia de compra lo más flexible posible, lo que en definitiva resulta ser el criterio más atractivo para los consumidores cuyas necesidades y preferencias suelen ser múltiples.
Fuente: AETecno